EL CHOCOLATE. PRIMER CAPITULO: EL PLACER DEL NUEVO CONTINENTE

EL CHOCOLATE

PRIMER CAPITULO

EL PLACER DEL NUEVO CONTINENTE

Manuel Enrique Rubio López

Como todos sabemos, después del descubrimiento de América en 1492, comienza un periodo de colonización que trae como consecuencia una interrelación entre las culturas europeas, las nativas de  América y posteriormente las africanas. Este sincretismo cultural conlleva a la adopción de nuevos productos enriqueciendo la gastronomía de cada población. Dentro de los productos que se llevaron los españoles al viejo mundo se encuentra el chocolate, un alimento que desde un principio ha significado gran valor para las sociedades que lo han consumido.

El chocolate es el producto obtenido del árbol de Theobroma Cacao, originario del amazonas. Existen tres variedades de cacao: el Criollo, El Forastero y el Trinitario.  El Criollo es un cacao de grano blanco, sabor suave y bastante apreciado. Sin embargo este tipo de cacao actualmente se considera extinto ya que debido a la polinización natural se han creado híbridos entre este y el Forastero. A diferencia, el Forastero es un cacao de grano morado, aroma intenso y árbol más resistente y productivo, es mucho más fácil de mantener y por ende es más barato. Por ultimo el Trinitario es un híbrido entre Criollo y Forastero creado en Trinidad y Tobago y representa la mayor parte del cacao sembrado hoy en día.

 Las primeras culturas que registran su consumo son las Aztecas y Mayas en México, quienes le atribuían gran valor tanto al fruto como al grano y a la bebida. El cacao para los Aztecas era una moneda, una representación de poder y riqueza, quienes lo consumían eran principalmente la clase alta. Dice la leyenda que Moctezuma, emperador del imperio Azteca en la llegada de los españoles, tenía miles de granos de cacao que representaban su gran riqueza y poder. Cabe aclarar que los indígenas no consumían el cacao de la misma forma en que se hace hoy en día. Consumían el cacao en forma de bebida, una bebida muy distinta al chocolate que estamos acostumbrados a tomar. Este chocolate no era dulce sino amargo y se solía especiar con achiote, lo cuál le daba un fuerte tono rojizo, parecido al de la sangre. Esta práctica espantó en un principio a los colonizadores.

Sobre la llegada del chocolate a Europa hay varias teoría, dentro de las cuáles se encuentran que fue un regalo de Moctezuma y también que fue llevado por sacerdotes misioneros, quienes en sus monasterios en América tenían cultivos de este árbol. En Europa es donde se comienza a producir el chocolate como lo conocemos hoy en día. En primer lugar llega a España, donde se inició su consumo con azúcar y especies como la vainilla. Uno de los principales problemas para difundir el producto en el continente fue la barrera religiosa. En primer lugar no se había definido si este era una bebida o un alimento, por lo tanto no era claro si estaba permitido o no consumirlo en ayuno. Teniendo en cuenta el contexto de la época esto era bastante grave. Por otra parte, al chocolate se le comenzaron a atribuir propiedades afrodisiacas, por lo cuál durante algunos periodos se prohibía su consumo por parte de la iglesia. Las opiniones sobre las propiedades tanto medicinales como afrodisiacas del chocolate siempre fueron opuestas.

Luego de la llegada a España el chocolate se difunde en Francia e Italia, donde surge por primera vez la chocolatería. Aquí se perfecciona el arte del chocolate y se comienzan a producir las barras y bombones de chocolate que hoy en día son tan apetecidos. Hasta la revolución industrial, el chocolate siguió siendo un producto de la élite que representaba riqueza, lujo y poder tal cuál sucedía en el imperio Azteca.

Sin embargo, con la revolución industrial, la mecanización del proceso de producción del chocolate hizo que este fuera mucho más accesible para toda la población y se crearon las grandes fabricas de chocolate tanto en Europa como en Estados Unidos. Cabe resaltar que este tipo de chocolate es un chocolate de poca calidad, que tiene altos contenidos de azúcar y otros aditivos y por ende su porcentaje de cacao es muy poco, a diferencia de los chocolates más costosos que tienen entre un 50 y 85% de cacao y son mucho más finos.

Siendo así, a pesar de que ahora todos podemos comer “chocolate”, el cacao sigue siendo un producto elitista, que diferencia a la población y simboliza riqueza, lujo y poder dependiendo del tipo de chocolate que se consuma. Pero más allá de significar riqueza, el chocolate hoy en día tiene una connotación mucho más clara y universal: el placer. 

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