viernes

(opinión) la mujer como motor de desarrollo de nuestra gastronomía

Carolina González Colmenares


la cocina colombiana es el resultado de la convivencia entre los indígenas,  quienes habitaron esta tierras inicialmente; los españoles, que llegaron creyéndose dueños de todo; y los africanos, que tuvieron que adaptarse a una vida de esclavitud en un país extraño.  


esta es la definición que tengo guardada en los archivos de teoría de mi cerebro. sin embargo si me preguntaran realmente para mí que es la gastronomía colombiana diría que es lo que cocina mi mama, la de mis amigos, mis conocidos  y la de todos los colombianos.  y me atrevo a decir esto porque si tuviera que decir alguna cosa que sea común denominador en las diversas cocinas de Colombia seria que siempre hay una mujer adaptándose a lo que tiene a la mano para alimentar a su familia.   



para mí esto esta muy claro. Desde Rioacha hasta Leticia son las mujeres las que tienen la batuta en esto. lo que pasa es que ahora nos comemos el cuento de que lo europeo es mejor y creemos que la alta cocina es cosa de hombres, mientras que el sancocho y el agua de panela que hace la mamita es motivo de vergüenza. Para cuando no hay más. Comida de pobres.  

entonces cuando me preguntan cuál es el papel que desempeño como gastrónoma primero me pregunto cual es el papel que cumplo como mujer, como portadora de ese saber culinario y cómo voy a transformarlo en desarrollo.  en ese sentido digo, como ya lo he hecho anteriormente, que el progreso gastronómico no viene de personas poderosas o influyentes  con grandes planes de desarrollo, sino de las iniciativas locales  que surgen como respuesta a las necesidades de una comunidad.   No es coincidencia que las lideres comunitarias casi siempre sean madres.  

en cuanto al gobierno, los gremios y el sector privado, no quiero decir que estén meando fuera de tiesto, ya que no estoy lo suficientemente informada para decirlo, pero sí que deberían mirar menos allá y más acá, porque el desarrollo gastronómico de Colombia no está en importar modelos o  imitar la cocina de  España, Francia o la que se ponga de moda. Sino en   construir nuestros propios modelos basándose en nuestro recursos y nuestras necesidades y sobre todo empoderando a las mujeres   ya que a través de ellas es que se han perpetuado, y se perpetuaran,  todos esos saberes culinarios que hoy llamamos nuestra gastronomía.

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