AMERICA EN EUROPA
Por: Juliana Melendrez
Durante nuestra historia hemos visto como a través del
tiempo los productos europeos que llegaron a Colombia por medio de la llegada
de los españoles y más tarde de las mujeres africanas, se volvieron parte
indispensable de nuestros métodos de cocción, ingredientes y hasta utensilios
de cocina. Pero muy pocas veces nos hemos sentado a pensar sobre la importancia
de los productos americanos que llegaron a Europa después de 1492, que con el
paso del tiempo, por el viento , los pájaros o por el hombre mismo, las
semillas y las plantas que llegaron quedaron distribuidas por las colinas del
Mediterráneo (Towell, 2011, p. 171) .
Inicialmente el cultivo de las plantas americanas
estuvo limitado a huertos o jardines familiares, ya que en los veranos
calurosos del Mediterráneo las plantas del Nuevo Mundo necesitaban riego
artificial, y esto solo podía llevarse a
cabo en pequeños predios, además no estaban sujetas al cobro del diezmo,
impuesto recaudado por la iglesia sobre la producción de agrícola, por se
novedosas y de cultivo en huertos familiares; lo cual se convirtió en una
ventaja (Towell, 2011, p. 175) para las
plantas americanas en comparación con las plantas mediterráneas. Igualmente aportaron
otra ventajas, por ejemplo: el frijol, el ayudo a enriquecer el suelo de la
zona; las nuevas plantas también sirvieron como cultivos de rotación.
Y es que muchos cultivos tuvieron una fácil aceptación
en el Mediterráneo como: el frijol, sobre todo la alubia blanca; el maíz en
forma de harina molida en panes y papillas, llegó a sustituir el mijo de la
polenta italiana; la calabaza; el chile y el jitomate que llegaron como plantas
nuevas y desconfiables y los europeos no sabían como prepararlo ni comerlo,
pues el chile era tan picante, que era difícil de comer y el jitomate como dice
Rosa Cassanova y Marco Belligeri “verde, no se podía comer, rojo parecía
descompuesto y hervido o frito se deshacía”.
Como hemos visto las plantas americanas llegaron a
finales del siglo XV y durante el XVI, pero fue hasta el siglo XVIII cuando
adquirieron un papel significativo en la dieta cotidiana del Mediterráneo,
donde se desarrollo una cocina sencilla, sustanciosa y ligada a las estaciones
del año. Fue entonces cuando empezaron agregar el maíz y la papa
a los estofados y cocidos. El frijol sustituyó a la haba romana en la
fabada asturiana y el cassoulet de la Provenza francesa. Los napolitanos
descubrieron que la salsa de jitomate era un buen complemento para la
pasta, por el nuevo sabor y color del pomodoro. El chile y el jitomate
entraron con facilidad a la cocinas griegas y balcánicas en guisos como la
moussaka, el pollo a la paprika y el gulyás húngaro (Towell,
2011) .
El gazpacho andaluz que tradicionalmente era preparado con pedazos de pan,
aceite de oliva, ajo y un liquido, de repente adquirió una nueva presentación
con al jitomate y el pimiento.
Innovadores cocineros crearon algunos platillos como
la tortilla español con papas, y la hogaza catalana untada de jitomate y aceite
de oliva. Sin olvidar la peperonata hecha con la combinación de pimiento rojos
y verdes, fritos en aceite de oliva, la cual ocupa un lugar en las cocinas
mediterráneas.
Finalmente, las plantas americanas como se ha descrito
anteriormente lograron incorporarse de manera casi inadvertida en las dietas
del Mediterráneo, donde fueron sustituyendo a ciertos productos tradicionales
de la zona y entraron a complementar sus platos y los antiguos cultivos de la
región. Proporcionaron una dieta mas nutritiva, ayudaron a acabar con las
hambrunas y desempeñaron un papel importante el crecimiento de la población, es
evidente la importancia de nuestros productos en Europa y por lo tanto debemos
estar muy orgullosos de ellos.
Bibliografía
Towell, J. L. (2011). América en Europa después de 1492.
Mexico: Instituto de Investigaciones Historicas, UNAM.
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