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LA COCINA DE FRIDA KAHLO



Todos la conocen por ser una gran artista y por su controversial y amorosa vida, sin embargo  no son muchos los que saben que gran parte de esta giro en torno a la comida.

Frida inicio su interés por la cocina, cuando se casó con el muralista Diego Rivera, luego de enterarse que la única forma de calmarle el mal genio era por medio de la comida. Es así como ella decide pedirle a la ex esposa del artista (Lupe Marin) que le enseñe a preparar los platos favoritos de su querido esposo.



Con el pasar del tiempo, el interés de Frida por los distintos productos la llevo a crear una de sus obras más populares, “La  novia asustada al ver la vida abierta” que termino de pintar en 1943.



A pesar de tener descendencia Alemana, esta artista siempre se caracterizó por el gran amor y cariño hacia México, afecto que se evidencia en sus obras, en su forma de vestir y por supuesto en las comidas típicas que a menudo preparaba, utilizando como excusa todas las celebraciones que existieran, desde cumpleaños hasta fiestas nacionales y religiosas.

En una época donde ya se estaba comenzando a utilizar estufas de gas, ella prefería el fogón de leña, los instrumentos de madera,  las ollas de barro y  el molcajete (mortero) típico de los indígenas, que pueden ser apreciados en la inmensa cocina de la casa azul.

Algunas de las preparaciones que Frida realizaba fueron el mote poblano, postre de camote y piña, calabacitas divinas, rosquetes encanelados, gallina con arroz a la pinera, lomo a la alemana, sopa de lentejas, pay idiota, filete delicia, tortillas a la mexicana, chiles del nogal, pico de gallo entre otros, y  es así como se expresaba de algunos de estos platillos que también hemos tenido la oportunidad de realizar en el taller.


El pico de gallo: “La Lupe, un día que andaba de buenas, me dijo que la copa de tequila y el pico de gallo eran imprescindibles en Jalisco, en el ritual previo a la comida. Allá, en su pueblo, los trabajadores al llegar de sus labores en la parcela se sentaban en los equipales bajo la sombra del corredor a comer fruta sazonada y queso panela entre sorbo y sorbo de tequila.”

Los chiles en nogada de Lupe: “No existe un platillo más mexicano que éste. Te salen ganas de cantar corridos y de oír mariachi. Los colores de la bandera se plasmaron en él, y todo por culpa de las imaginativas monjitas poblanas. Su preparación debe ser una fiesta, así como fiesta es la independencia. Cuando los preparábamos, juntaba a mis hermanas y sus hijos para pelar las nueces, platicar chismes y echarnos un trago. Es tan maravilloso el proceso, como el sabor.”

Mole poblano:
Hay un chorro de historias de cómo nació el mole. Para mí todas son mentiras y la pinche Iglesia se quiere robar el crédito. Pero dicen que fue en Puebla, cuando un obispo, seguramente gordo y cabrón, pidió a unas monjas dominicas que prepararan un platillo de calidad para agasajar al virrey de la Nueva España que los iba a visitar. Las monjas se pusieron a chambear y cuando una vio cómo otra molía todos los ingredientes, dijo: "pero cómo mole". A mí me gusta el mole porque es la unión de las dos culturas de donde venimos: la española con la almendra, el clavo, la canela; y la índigena, con la gran variedad de chiles y el cacaco. Es un platillo para celebrar.”






Fuentes:



por: Vanessa Cediel Hernández

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